sábado, 18 de septiembre de 2010
Muchachas punk
Esta entrevista se publicó el viernes 10 de septiembre en el diario Página/12
Anormales, terroristas, tortilleras, así quieren ser reconocidas estas cinco mujeres que eligieron un nombre para el grupo de activistas que forman: Malas como las Arañas. Es que si su objetivo es develar la opresión por género, la violencia, las imposiciones de la cultura hétero-patriarcal y la invisibilidad de las lesbianas, sus métodos buscan “pinchar”, generar incomodidad y apropiarse de los agravios cual bumerán para que golpee en el lugar menos pensado.
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Por Alejandra Varela
Ustedes asumen la militancia desde una singularidad fuerte, son la experiencia de una singularidad. ¿Por qué se decidieron a crear este grupo y no sumarse a otros ya existentes?
Larhiza: –Nosotras no tenemos ese centralismo de ir a militar a Capital, buscamos hacer cosas paralelas con la idea de que la militancia se reproduzca en todos lados. Cuando empezamos en La Plata no había otros grupos a los que incorporarse. Algunas venimos de una colectiva feminista que se llamaba Mariposas. Si el Día del Orgullo nos vamos a Buenos Aires, en La Plata no queda nadie porque somos nosotras, Las Furiosas y algunas colectivas más. Decidimos trabajar desde el lesbo-feminismo. Nos parecía importante generar una colectiva lésbica, que no había y menos lésbico-feminista. Si bien tenemos relación con el colectivo Glttbi, nos sentimos más integradas al movimiento de mujeres, ésa es la diferencia.
Ileana: –Más que la expresión de una singularidad yo lo veo como la construcción de nuevas formas de vincularse. Lo que a mí más me gusta de militar en Arañas es que la experiencia es posible siendo el número que somos. Nos permite repensar las prácticas y construir esas redes nuevas, críticas con las normas que plantean el patriarcado y la heterosexualidad.
Hay muchas similitudes con la explosión de los movimientos sociales: o se dan por regiones o surgen porque expresan algo diferente.
Larhiza: –Cuando nosotras empezamos, las posibilidades eran los partidos políticos de izquierda, que como somos de izquierda hemos participado y los seguimos considerando nuestros compañeros y compañeras, pero no trataban el tema como a nosotras nos interesaba. Nosotras nos juntamos a leer y una de las cosas que nos une es que nos interesa hacer cosas en la calle y desde un lugar más creativo. Como nos decían terroristas, en un momento pasamos a definirnos como terrorismo lésbico, como un chiste, pero también con ese tinte callejero. Visibilizar el lesbianismo desde un lado positivo, cuestionar la heterosexualidad como una obligación o como una norma vinculada con la calle y con el arte. El año pasado hicimos la Primavera Lésbica y este año también la vamos a hacer en septiembre. Con esa excusa convocamos a un montón de chicas que hacen música, rock, poesía, para que participen hasta de la organización.
En política, se observa y se discute el tema de la crisis de representación. Un espacio no se valida necesariamente porque representa a más gente. Empezar a cuestionar el número implica desacreditar la pregunta: ¿ustedes a quién representan?
Larhiza: –Nosotras no nos pensamos como representantes lesbianas, ser el modelo lésbico no está bueno. Que cada una se construya desde el lado que quiera y que pueda. Gran parte de la militancia de Glttbi aspira a la tolerancia y la integración. Nosotras, al revés, somos anormales, somos terroristas, somos tortilleras. Nos parece que lo que tiene que cambiar es el mundo, no nosotras. Un mundo con otro tipo de relaciones, no jerárquicas, desde el respeto, desde el amor, desde el cuidado. Parezco ecologista...
Ileana: –No estamos preocupadas por la masividad, no nos estamos midiendo en esos parámetros, con la norma, sino tratando de construir algo que se corra de ese lugar, una alternativa.
Ustedes parecen recuperar el espíritu de una experiencia más ligada a los años ’60 o de los ’70, que era muy distinta a la homosexualidad de hoy. Aunque siempre es la cuestión masculina.
Ileana: –Más allá de que la homosexualidad fue distinta en los ’50 o en los ’60, siempre fue lo anormal y las lesbianas siempre fuimos invisibles: la experiencia viene de reconocerse desde la invisibilidad. Nos sentimos identificadas con el movimiento de mujeres porque nos permitió pensar la diferencia. Yo, que tengo veintitrés años, me encuentro en los textos que leo de personas a las que les pasó lo mismo hace cuarenta años. Somos lo que no es la norma, somos imposibles de ser pensadas, pero estamos.
Ayelén: –Festejamos lo del matrimonio igualitario y estamos recontentas, vimos todo hasta las cuatro de la mañana, pero tiene un gusto de normalización con la que por ahí no estamos muy de acuerdo, normalización con la familia hétero-patriarcal...
Larhiza: –Estamos contentas con el matrimonio porque genera los mismos derechos, pero creemos que tenemos que cuestionar la norma heterosexual patriarcal. Una sociedad que es violenta para las mujeres, para las lesbianas, incluso para el puto, porque nadie puede salirse del lugar de poder que da la masculinidad. El travesti se sale de ese lugar; el gay, las lesbianas queremos acceder a otro lugar y nos hacen mierda por eso. No aceptamos la regulación del Estado de nuestras relaciones. Lo más copado que tenemos es esa posibilidad de disentir de la norma heterosexual. Como planteaban Pedro Lemebel y Perlongher: lo revulsivo de la homosexualidad también genera una crítica del orden establecido. El matrimonio te corre de ese eje y te integra.
Me parece mucho más fácil pensar en transformaciones de la sociedad con la aceptación del matrimonio igualitario que si la votación se hubiera perdido.
Larhiza: –Los beneficios son bienvenidos siempre, pero nosotras vamos por otro lado, por un lado más cotidiano y callejero. Antes de casarse hay que decirle a la familia “soy lesbiana”, hay que ir al trabajo y decir “soy lesbiana”, que mi jefa me firme para que reconozcan a mi pareja en la obra social. Igual, todas las colectivas que trabajan el tema son nuestras compañeras, pero después cada una hace lo que le gusta porque nosotras recuperamos la idea de placer en la militancia y el activismo.
Fernanda P.: –Igual ya estamos viendo ciertos cambios. A mí por primera vez unos chabones me dijeron: “¡Qué linda pareja!”, cuando iba de la mano de mi novia.
Ileana: –A mí me pasó que estaba despidiéndome de Amanda y un técnico de Racing nos bardeó: “Eh, acá en Capital se ve cualquier cosa”. A la semana, con la ley ya aprobada, la misma situación y nos gritan: “¡Aguante Cristina!”.
¿Qué sería para ustedes ser feminista hoy?
Larhiza: –Nosotras pensamos el feminismo desde la opresión a las mujeres. Hay un feminismo que pide los mismos derechos. Nosotras sentimos que esta sociedad es muy masculina y jerárquica, y no estamos por esa lucha dentro del feminismo. Estamos por un feminismo de empoderamiento entre las mujeres. Se trate de lesbianas o heterosexuales, pero entre mujeres. Creemos que las lesbianas somos oprimidas por lesbianas y por mujeres. Somos invisibilizadas porque a una mujer no se le permite no ser de un hombre, no ser madre.
Ileana: –Cuando leo la historia, escrita mayoritariamente por hombres, no me encuentro, pero sí me encuentro en la historia que construye el feminismo. El feminismo como una forma de pensar y ver las relaciones. El feminismo me da muchas más herramientas que la teoría queer para poder pensar todas las cosas que me pasaron en Formosa, donde nací, cuando intenté integrarme como lesbiana y no pude, y cuando vine a La Plata.
Larhiza: –La teoría queer nos sirve mucho para pensar nuestra corporalidad y la resignificación de los insultos, para usarlos como granada para dinamitar un montón de otras cosas, pero la base es ir activando desde el movimiento de mujeres. Igual articulamos con otros grupos porque participamos todos los años del “Arde Closet” que se organiza acá en La Plata. El activismo te da otra fuerza. Yo pienso que a las lesbianas que no activan les debe costar mucho más. Nostras no hacemos sólo de la intimidad un modo de vida sino que vemos el tema desde varios puntos de vista, entonces no te queda otra, para bien, que estar activando y sacando fuerzas para dinamitar cosas que dicen otras personas que consideramos lesbofóbicas. A mí me divierte un poco pinchar. Me encanta ir de la mano con mi novia cuando pasa una mamá con su hijita para que la nena le pregunte, no por ser vanguardia ni nada, pero si no tenés pensadas un montón de cosas, por ahí te angustia. Si sabes qué es homofobia y teorizás de dónde viene, hasta me divierte molestar con eso. Si la Iglesia es el criterio de normalidad, yo estoy encantada de ser esta anormal que soy.
¿Por qué Malas como las Arañas?
Larhiza: –Porque la abuela de Ayelén era retortona, rechonga y cuando era chiquita, su abuela, que era rehomofóbica, le vivía diciendo para discriminarla: “Vos sos mala como las arañas”. Y Ayelén lo repetía, entonces dijimos: “Pongámonos así. Somos terroristas y somos Malas como las Arañas”.
La idea de tomar el insulto también puede ser discutida. ¿No sería quedar fijadas en ese dispositivo que les asignan desde afuera?
Fernanda: –Si la persona insultada se reapropia del insulto, lo pone en evidencia como una herramienta de violencia y lo está resignificando.
Larhiza: –Ser lesbiana es correrse de la norma. Una mujer que no tiene una familia también es lesbiana, no porque se curta una chica sino porque se sale de la predestinación.
Malas como las Arañas realizarán su Primavera Lésbica por puro placer los domingos 12 y 19 de septiembre y el 3 de octubre en Mamichula: calle 63 y 119 de La Plata.
Cortos, fotos, tuneado lésbico, tango queer poesía, películas y recitales en vivo.
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