domingo, 11 de julio de 2010

La izquierda y el problema del poder


Por un lado la izquierda siempre tiene en sus planes descabezar al gobierno de turno para propiciar una revuelta popular. Sus diagnósticos de situaciones pre- revolucionarias abundan pero su aparente obsesión por el poder no se corresponde con una estrategia viable para acceder al control del estado.
Podríamos pensar que la práctica de la política no es más que un modo de huir permanentemente de la política. Salvo para el peronismo. De hecho la oposición de derecha que se multiplica en expresiones antikirchneristas le tiene pánico al poder y si aspira a él es sólo porque sabe que las grandes corporaciones económicas le dictarán la agenda.
El modo en el que la izquierda argentina siempre termina siendo una servil aliada de la derecha habla de su resignación del poder. Los militantes de Proyecto Sur y Libres del Sur disfrutan de la pantalla de TN gracias a sus crispadas e histéricas diatribas contra todo oficialista o presunto kirchnerista que se le cruce. Apoderarse del electorado progresista que hoy simpatiza con el kirchnerismo es su meta pero desde ese propósito no se construye un proyecto de estado sino un protagonismo pasajero.
La capacidad para llegar al poder del peronismo anula a la izquierda.
Lo que definiría como izquierda en la Argentina es ese sector político que se anima a discutir con las corporaciones y con el poder económico que se ha ocupado a lo largo de los años de digitar las decisiones de los gobiernos democráticos. ¿La autodenominada izquierda argentina se animaría a dar la batalla que hoy está encabezando el gobierno nacional con sectores como Clarín y la patronal rural?
Eludir el poder es la situación más cómoda para la izquierda. De ese modo ellos siempre serán los mejores, los que propongan situaciones que volverán los logros del peronismo absolutamente intrascendentes. Pero su discurso no es efectivo porque su rechazo a construir poder real ha vuelto cada vez más ineficaz su palabra. Un discurso político se sostiene si puede respaldarse en acciones.
Por otro lado hay una serie de filósofos que han planteado propuestas políticas que resignan la idea de tomar el poder. Entre ellos el más destacado es Alain Badiou cuyo pensamiento es sumamente interesante pero, en el plano de la aplicación práctica, sólo sirve para propuestas de base muy reducida. Una serie de derivaciones de su pensamiento se ven plasmadas en experiencias piqueteras como las que describe Colectivo Situaciones en muchas de sus publicaciones. Son expresiones valiosas pero que no pueden pensar una propuesta a gran escala. Rechazan la idea de estado como un objetivo a alcanzar dentro de su proyecto y en esa misma idea abortan su propuesta.
Baudrillard plantea que el marxismo se equivocó al dar la batalla contra el capital porque lo consideró en su racionalidad. Buscó entenderlo y dar pelea desde la razón y el poder que despliega el capital es cada vez más efectivo porque es irracional. Baudrillard habla de una “extensión desmesurada del valor”. “El capital es un desafío al orden natural del valor”. El marxismo creó una moralidad cada vez más cerrada y rígida cuando el capitalismo expone una amoralidad mucho más atractiva.
El capitalismo ha entendido que el valor de uso es una limitación de la mercancía y ha transformado este concepto jugando con la imaginación. El consumo es un fin en sí mismo, el sujeto no sabe por qué consume pero necesita hacerlo más allá de sus necesidades, se define en una forma de consumo indiscriminado e irracional.
La izquierda suele hacer análisis de situación extremadamente lógicos. En los años noventa evaluaba que el peronismo iba a desaparecer porque Menem había destruido sus preceptos básicos y los desilusionados peronistas se irían del partido. Pasaron veinte años y el peronismo es el idioma de la política argentina.
Se puede apostar a devolverle racionalidad a la política, un desafío en el que creo fervientemente pero es necesario entender que la política argentina no siempre es comprensible desde la racionalidad y, más importante aún, no es aconsejable apostar resoluciones basándose en la lógica de los hechos. No se puede explicar desde la racionalidad a Elisa Carrió como tampoco se puede explicar a Francisco de Narváez. Lo importante es ver que estrategia conviene asumir cuando se impone la irracionalidad. Porque también es importante entender que la irracionalidad es el mecanismo que usa la derecha para embarrar la cancha.
El peronismo se arma bajo una base doctrinaria muy genérica y después se construye en la acción, por esta razón le resulta más sencillo manejarse en el terreno de lo real. La izquierda carga con una teoría demasiado pesada que la inhibe al momento de actuar. Es mucho más lo que se ocupa por llevar esa teoría a la práctica que por construir una experiencia nueva.

5 comentarios:

  1. Comparto

    en mi blog tengo una cita muy buena de Zizek contra la izquierda antiestado

    pasate
    un beso,
    paula

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  2. me gustó mucho la última reflexión
    me la llevo
    p.

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  3. Alejandra:

    La caracterización de la izquierda es un poco demodé. Me gustaría que abordaras no estas teorías extravagantes sino la realidad concreta. Entiendo que los militantes de izquierda pueden tener estas teorías, tal vez más tomada de los pelos de lo que enunciás, pero van al terreno de los hechos, militan en la realidad concreta, y eso les devuelve algo que ya no es una simple teoría, que es el resultado de la práctica política. La realidad nunca es estática; es en su complejidad que te invito a analizarla. Por ejemplo los trabajadores de Kraft y el gremio de Subte y premetro: representación de izquierda con prácticas políticas peronistas. Algo pasa ahí: se disocia la práctica de la teoría.

    Me parece muy simple y hasta cómodo analizar el poder en términos como que el peronismo es el único capaz de ejercerlo. Parece que nos olvidamos de Alfonsín. Además de que hay que hacer una disquisición en que gobierno no es lo mismo que poder.

    Por otro lado no podemos caer en la simplificación de que el peronismo es el kirchnerismo, por cuanto la capacidad para llegar al «poder» también la tuvieron las vertientes (del peronismo) que le precedieron como el menemismo y el duhaldismo, y no podemos decir que estos últimos expresen el peronismo.

    Del mismo modo pegar a Proyecto Sur y Libres del Sur con la izquierda de «la revuelta y caída de gobiernos» es un error. Ayer nomás, Libres del Sur era parte del kirchnerismo. A Solanas lo podemos criticar pero imposible negar su identidad y trayectoria peronista. Pero más allá de eso, hay que ver que detrás hay poder social y político que no se construyó ayer sino que es anterior a la aparición del kirchnerismo, como por ejemplo la CTA y los movimientos piqueteros (Ej. FTV, Salas).

    Sobre la resignación de la toma del poder: son propuestas que han venido a caballo de la reducción / no intervención del estado por la aplicación de las políticas neoliberales, pero es la práctica política la que cabe analizar. Vuelvo a citar el caso Salas y vamos a comprobar que su poder político social no se construye independiente del estado, y no es el único ejemplo. Cuando los movimientos piqueteros (no oficialistas) reclaman su participación en los planes de trabajo se los acusa de «clientelistas», acaso esa práctica política no es más propia del peronismo, y no la estoy desmereciendo. Esto está indicando que las teorías de Alain Badiou y otros no son sólo más que eso: teorías.

    Considero que todo se explica desde la racionalidad: para que exista un De Narvaez, antes aconteció un Menem y después un Macri. Luego Carrió también se explica: ¿acaso Kirchner, Carrió e Ibarra no se plantearon como alternativa al menemismo?

    Nunca hay que subestimar a la derecha, la derecha es muy racional y tiene muy en claro las cosas. Y no hay otro modo de responder a la «irracionalidad» capitalista sino desde la razón.

    En respuesta a tu último comentario del post cínico:

    No tengo otras motivaciones. Es la segunda vez que me contestás con cuestiones ajenas al tema que se trata.

    No obstante te recomiendo la lectura de «Un nuevo contrato verbal» que dice bastante de como veo las cosas, sobre todo en su última parte:
    http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-148001-2010-06-21.html

    Saludos.

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  4. Ricardo F:

    Los ejemplos de la izquierda que vos citás con válidos. Yo me refería a una idea de la izquierda que se expresa por ejemplo en los textos de Badiou(autor al que adherí hasta hace poquitísimo tiempo) que se plantea dejar de pensar la llegada al poder del estado como el objetivo de una propuesta de izquierda. Creo que resignar ese objetivo te quita visión de estadista para plantear cualquier tema en el campo de la realidad. En vez de ser un ser situado que organiza una estrategia teniendo en cuenta la correlación de fuerzas, te ubicás dentro de una irrealidad bastante cómoda que te lleva al conflicto pequeño pero no a una mirada más integradora del problema social. Entonces podés reclamar el 82 % para los jubilados (objetivo deseado por todos) sin importarte que presionar al gobierno para ese objetivo puede llevar a un retroceso más que a un avance porque tu parámetro para medir las decisiones no es la realidad sino el ideal. Dentro de ese marco una crisis siempre es una escena deseada porque como nada de lo logrado tiene valor, ya que todo es lo mismo, entonces tiremos todo por la borda a ver si después de la crisis se cumplen nuestros sueños.

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