domingo, 25 de julio de 2010

La ideóloga de la derecha no es una buena novelista


Una encuesta que se publica hoy en Página/12, resulta ilustrativa de las condiciones de lectura de la realidad política.

Consultados los ciudadanos porteños sobre la gestión como Jefe de Gobierno de Mauricio Macri un 38% la considera regular, un 17,2% mala y un 13,2% muy mala, frente a un 25% que la evalúa como Buena y un 1,9 que la observa como muy buena . Es deducir, un 69% cuestiona la gestión de Macri y un 26% la aprueba. Pero en las preguntas centradas en su procesamiento muestran otra situación. Allí es muy pareja la mirada que descree de la estrategia macrista de victimizarse, con aquel sector que acepta una conspiración de Néstor Kirchner.

Lo interesante de estos números que exponen OPSM y Zuleta Puceiro es que una buena cantidad de ciudadanos se siente disconforme con la política real y concreta que observa en su cotidianidad pero eso no resulta suficiente para desacreditar a Macri en otros aspectos. Es decir, la sospecha siempre es un buen recurso, el rumor de la conspiración siempre funciona porque las personas se niegan a aceptar que la realidad sea sólo la experiencia que palpan todos los días. Ellos están seguros de que detrás de todo hecho siempre hay una trama oculta que está conspirando contra el procesado de turno. La mentira se ha vuelto más creíble que la realidad palpable y esto vuelve más difícil la acción y la discusión política porque es casi imposible refutar una paranoia.

Mucho se ha dicho sobre la nota que publicó el día del amigo Beatriz Sarlo en el diario La Nación. Yo insisto en sostener que Sarlo es una ideóloga de la derecha. Una ideóloga no sólo le da letra al político de turno (en este caso Macri) sino que también influencia a la población. No sé cuanto le debe a Sarlo el resultado de esta encuesta pero no es un detalle que un dato tan elocuente como el respaldo que le quitó a Mauricio su propio padre, no haya alcanzado para inclinar la balanza

En el juego de palabras y de nombres que traza Sarlo en su artículo intenta demostrar que Macri y Kirchner son una misma cosa, que el falso antagonismo no es más que una simulación que responde sólo a los intereses de turno. La cercanía de Franco Macri con el ex presidente llevó a Federico Pinedo a acusar “Macri es Kirchner”. Sarlo se vale de esta frase para negar el conflicto y para borrar las acciones que llevaron al mismísimo Mauricio Macri a convertirse por sí solo en un minusválido de la política.

El objetivo de la nota de Sarlo es mostrar a Kirchner como un ser que se maneja sólo por los intereses económicos de turno que lo llevan a aliarse o enemistarse compulsivamente sin evaluar lo que dijo hace unos segundos sobre esas personas. Lo convierte en un posmoderno que vive en un presente permanente donde el pasado no trae consecuencias. Todos recursos que le sirven a Sarlo para negar la verdad y la realidad de las acciones kirchneristas. Otro modo de decir que busca negar la política.

Se preocupa también por mostrar a Mauricio como un inexperto en el mundo de la política que prometió más de lo que podía cumplir y como un ingenuo que pensó que el gobierno nacional lo iba a ayudar. Mientras que los Kirchner crecen en estrategias y planes maquiavélicos Mauricio se despoja de armas para pelear la batalla política. Es un muñequito de cartón inserto en un mundo del que no conoce las reglas. “Macri confía porque se maneja en la esfera pública como si fuera un ciudadano común”, dice Sarlo sin que le tiemble el pulso. Mauricio Macri es de pronto y gracias a la pluma de Sarlo en un ser sin historia. Nada tiene que ver con los negociados de los noventa, con las cloacas de Morón. No, Mauricio se equivoca porque no sabe. En cambio Kirchner sabe tanto que no puede ser ingenuo.

Mezcla Sarlo en su coctelera ,la política de seguridad de León Arslanián en la provincia de Buenos Aires con la designación de Macri de El Fino Palacios argumentando que los dos fueron víctimas de la misma vendetta. Sarlo crea un mundo con reglas tan propias que instala con toda impunidad equivalencias insostenibles. El argumento que saca de la manga Sarlo es que Mauricio es el hijo rebelde y que Franco es el padre tirano que quiere seguir en su dominio. Hay que reconocerle imaginación a Sarlo. Mauricio iba a destronar a Kirchner de su posibilidad de volver a ser Presidente y a Franco Macri de su lugar en la empresa familiar. Entonces los dos padres (en el sentido real y alegórico del término) decidieron conspirar contra la joven promesa y, como decía Pier Paolo Pasollini, inventaron una guerra para matar a sus hijos.

La historia es muy linda para una novela pero, a mi modesto entender, la falla de Sarlo fue que al personaje de Mauricio primero lo presentó como un ser desprovisto de todo talento, ingenuo, ignorante de la política, igual a un hombre común devenido en funcionario y de golpe es la sombra maligna que puede hacer empalidecer a dos personajes enormes, astutos y capaces de tramar las más sofisticadas estrategias como Néstor Kirchner y Franco Macri. Algo le faltó a Sarlo para convertir a Macri en un antagonista un poquitito más creíble

3 comentarios:

  1. Alejandra:

    Hay un dato que se le pasa a Sarlo con el episodio «Mauricio es Macri»: Franco Macri no se convirtió en uno de los capitalistas amigos del gobierno con posterioridad a las elecciones que ganó su hijo sobre Filmus. Ya lo era desde mucho antes. Solo basta revisar las empresas beneficiarias de la obra pública desde la gestión de Néstor Kirchner; por lo que Franco M. nunca fue su enemigo.

    Bien cabe aquí también volver sobre el texto de Tatián (recomendado en mi comentario a «La izquierda y el problema del poder») dado tu insistencia en catalogar a Sarlo como ideóloga de derecha y hasta considerarla capaz de tener influencia en la población tanto como para modificar una encuesta de Zuleta Puceiro -que conociendo quien la realiza, la volanta de la nota debería decir: «una encuesta poco creíble».

    También transitás por el mismo juego de palabras y de nombres que propone Sarlo, y lo hacés muy bien; pero el tema en cuestión siguen siendo los hechos, que es lo que correponde analizar y no los «esfuerzos novelísticos» de Sarlo.

    Por ejemplo, Roberto Gargarella (otros de los citados por Tatián), en
    http://seminariogargarella.blogspot.com/2010/07/cristinismo-blaquier-y-la-represion.html
    se preguntaba «qué era lo que significaba el kirchnerismo explícito de Franco Macri. Ocurría entonces que el principal símbolo de la fiesta privatizadora menemista, la principal imagen de las relaciones corruptas entre Estado y empresas, seguía viendo motivos de festejo en el modo en que el post-menemismo, con los K a la cabeza, gestionaba las relaciones empresas-Estado. En lugar de detenerse en los rasgos patéticos de esa relación, uno debía preguntarse, entonces: ¿qué rasgos puede tener la política económica vigente, para que tal resultado se mantenga inalterado?»

    Y continúa interrogando (esta vez sobre el apellido del título: Blaquier), «sería bueno no quedarse en los fuegos artificales, y aprovechar para insistir con preguntas como las anteriores (sobre los modos profundos en que se entrelazan política y economía), o tal vez con otras, referidas a las políticas de derechos humanos de los últimos años. Uno podría preguntarse, entonces: ¿Qué rasgos tienen tales políticas, si el empresariado que promovió intelectualmente, financió y proveyó de medios a la represión ilegal reivindica tan groseramente, y a carcajadas, al gobierno que las lleva a cabo? Uno puede interrogarse, por ejemplo: de qué es que se habla (y sobre todo, qué es lo que se calla), cuando el gobierno habla de derechos humanos, o cuál es la estructura que esa política de derechos humanos mantiene intocada.»

    Saludos

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  2. Ricardo F:

    Yo no estoy haciendo investigación periodística sino que me ocupo de analizar los hechos de la política nacional y los discursos mediáticos, ideológicos y políticos que me llaman la atención o me parecen importantes dentro de la lucha de fuerzas que se desarrolla hoy. La figura de Beatriz Sarlo me atrae porque es una intelectual a la que admiro ( o al menos admiré algunos de sus libros) y porque me interesa mucho la incursión de los intelectuales como ideólogos de distintos sectores políticos. Los datos que vos aportás me parecen valiosos pero yo analizaba el texto de Sarlo como un discurso ideológico.

    Un gobierno no puede desentenderse de los sectores empresariales. El vínculo del kirchnerismo como Franco Macri no pone un manto de sospecha sobre la política de derechos humanos. Lo logrado en ese ámbito es una realidad que no queda refutada por la relación con tal o cual empresario. Fundamentalmente porque un gobierno debe darse una política para todos los sectores. Sería lo mismo que decir que pierde valor la política de derechos humanos porque el gobierno tiene una política para las fuerzas armadas.

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  3. Me encantó (el post y la idea del post).

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