domingo, 23 de mayo de 2010

Izquierda y derecha


El martes 18 de mayo descubrí a Jorge Altamira como visitante del programa “Palabras más, palabras menos” de TN.Lo habían invitado para hablar de la crisis del capitalismo, consigna que el PO viene agitando desde hace tantísimos años y que, a la vista de los conductores del programa, ahora tenía una validez más objetiva.

Altamira hizo una aceptable descripción de la crisis financiera de Estados Unidos y de su mirada sobre el capitalismo global. Altamira es, como muchos dirigentes de la izquierda argentina, un hombre inteligente y culto al que vale la pena escuchar. Pero (siempre hay un pero sino no estaría escribiendo este post) llegada la instancia del análisis, Altamira demostró el poco realismo que inunda la interpretaciones políticas de los líderes enrolados en partidos de izquierda y acostumbrados a una lógica de pensamiento que suele aislarlos en su micro mundo.

La izquierda partidaria suele ver con ánimo positivo las crisis. Podríamos decir, para provocar el debate, que se desesperan por las crisis y viven deseando que ocurran. Algo muy parecido le ocurre a los sectores del capital financiero concentrado: necesitan de las crisis para ganar dinero. La derecha argentina agita el fantasma de la crisis para forzar a un ajuste. La izquierda partidaria tiene otras intenciones, sus integrantes suponen que la crisis abre siempre la posibilidad de una revolución popular. Se trata de una lectura distorsionada de los textos marxistas porque cualquier conocedor de la variada bibliografía de los teóricos de izquierda sabe que las situaciones sociales son más complejas. Ellos simplifican sus formas de análisis y consideran que si hay batahola algo bueno está por venir.

Una crisis provoca dolor, sufrimiento, muerte. Era necesaria la crisis del 2001 para terminar con una etapa aplastante de gobiernos sumisos al FMI, recesivos y carentes de política como esa fuerza motivadora de pensamiento.Pero hubieron muchas personas que no pudieron recuperarse de sus pérdidas materiales y humanas. Ningún pueblo se merece sufrir y una crisis es un momento de transformación y de crecimiento pero es también una instancia a partir de la cual podemos avanzar o retroceder ferozmente y este dato nunca es considerado por la izquierda partidaria. A sus líderes no le gusta la calma que suelen proporcionar los gobiernos populistas porque hunden a la gente en el peor de los engaños, el de creer que se puede ser feliz en el mundo de la explotación. La izquierda partidaria no añora el bienestar de los obreros en la época del primer peronismo, ellos quieren un obrero amargado, muerto de hambre pero consciente de que el sistema lo aplasta. Según ellos desde esa desazón se puede encarar una revolución.

Altamira declaró sin titubeos que “en el 2001 hubo una situación pre revolucionaria en la Argentina”. Aquí Altamira comete un error garrafal desde el punto de vista de la teoría marxista. Para que exista una revolución deben darse condiciones objetivas y subjetivas. Vamos a aceptar, para ser benévola, que las condiciones objetivas estaban dadas. Perfecto, pero faltaban las condiciones subjetivas: un pueblo con el suficiente grado de conciencia y de organización política ( y militar) para llevar adelante esa revolución.

Es verdad que la teoría marxista se presta a interpretaciones muy variadas. Todos los que hemos hecho algún curso sobre “El Capital” (yo hice más de uno) sabemos que se pueden generar discusiones de horas por una línea de texto. Algunos consideran que las condiciones objetivas son estructurales, otros que condiciones excepcionales hacen a una revolución. Yo modestamente me animo a decir que las condiciones objetivas existen en la medida en que pueden ser capitalizadas por las condiciones subjetivas. Es decir, si no existe un sector del pueblo organizado y consciente para llevar a cabo esa transformación las condiciones objetivas no sirven de nada. Tal vez alcancen para elevar un poco el nivel de conciencia de los ciudadanos pero no para mucho más que eso.

Seguramente Altamira no piensa la mismo ( y tal vez por esta razón ,pese a mi formación marxista nunca pude militar en un partido de izquierda) pero para seguir argumentando contra la lectura de Altamira me remito a los hechos. Yo creo que el político debe ser una persona realista. Al no existir en los episodios de diciembre del 2001 un ejercicio político de parte de la ciudadanía, al estar educada en diez años de menemismo, cuando se decidió a salir a la calle, a hacer oír su voz, a participar, se encontró sin recursos, sin herramientas, sin armas, sin una cabeza lo suficientemente lúcida. Se trataba de un pueblo despolitizado y un pueblo despolitizado no puede hacer la revolución. Quien estaba en mejores condiciones para capitalizar ese revuelo fue Eduardo Duhalde. En ese clima pre revolucionario, según la mirada de Altamira, se concretó una pesificación asimétrica que llevó a la mitad de la población a la miseria.

Pero el momento cumbre en el discurso de Altamira fue cuando declaró que “A Zapatero lo van a voltear, están los franquistas…” fue Zloto el que lo interrumpió para decirle “Bueno, pero los franquistas” y Altamira con una calma admirable le dijo que no importaba porque no iba a ser la primera vez que un descabezamiento propiciado por la derecha se convertía en una revuelta popular y bolchevique.

Estas son las cosas que hacen que cada día me sienta más cercana al peronismo. Yo no voy a defender a Zapatero porque las medidas que está tomando son detestables, pero no me sirve que lo descabece la falange porque España retrocedería un siglo. A Altamira le encantaría que ´los sectores más conservadores derrocaran a Cristina Fernández porque, según él, el pueblo argentino les arrebataría el comando de esa revuelta para armar una revolución nacional y popular. Me corrijo, no sólo le encantaría, están dispuesto a poner su granito de arena para que esa destitución ocurra porque ellos encuentran su razón de ser en las crisis, en los momentos de desencanto.

Le recomiendo a Altamira que lea a Antonio Gramsci

Yo me siento más cercana hoy en día a los proyectos políticos que brindan soluciones a su pueblo. Las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón, la gestión de Néstor Kirchner y la de Cristina Fernández se han constituido en base a acciones, a sentidos , a concreción de soluciones. No fueron proyectos que se sustentaron en una idea de crisis donde las perores medidas de ajuste se justificaban en el miedo.

5 comentarios:

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  3. Yo creo que la izquierda argentina está sumida en una crisis tan profunda como la de la derecha, aunque por motivos diferentes. Y ni siquiera el sector de la izquierda que tuvo mayor aceptación en términos electorales y de sondeos de opinión, como es Proyecto Sur, escapa a esa crisis. Se trata de un éxito efímero, engañoso, que se va a diluir a la hora de las definiciones, como sucedió en todos los países donde la izquierda extraviada prefirió sus planteos maximalistas a una inteligente política de alianzas con sectores que, sin ser revolucionarios, habrían consentido un avance de los sectores populares. Los resultados de ese extravío están a la vista: Chile es el ejemplo más reciente, Italia, uno que lleva ya varios años, con una derecha consolidada que dilapidó en pocos tiempo importantes conquistas sociales anteriores. Yo no sé si lo hacen por estupidez e ignorancia o por otros motivos, pero no creo que valga la pena analizarlo. Lo que importa son los resultados, y lo que está a la vista es que, si no fuera por la movilización popular antigorila y por el mismo gobierno, que reaccionó a tiempo, hoy la Argentina estaría cerca del abismo. Los planteos del PO, de Proyecto Sur o el PCR son parecidos a los de Victorio Codovilla, Norteamérico Ghioldi y los dirigentes del PC que se indignaban por las denuncias contra la dictadura genocida, a las que llamaban campaña antiargentina, es decir, es una vieja historia de conductas reaccionarias disfrazadas de otra cosa. No se hace la revolución marchando junto a la Comisión de Enlace ni yendo a las tertulias ofrecidas por Mariano Grondona. Buena parte de la izquierda argentina tiene una tarea específica de bajo vuelo, una política de cabotaje: robarle votos por izquierda al gobierno popular, por ahora en el Congreso y más adelante en las elecciones presidenciales. Una importante tarea de los blogueros militantes es explicitar esa cosa no dicha y abrir un debate extremadamente necesario. En ese sentido, tu post, Alejandra, es tan claro como excelente.

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  4. gonzo: he leido a hernandez arregui.bastante.tambien conozco de sobra toda la informacion que escribis acerca de la izquierda.

    sin embargo, si me pongo a rebatir tu escrito puedo asegurarte que tenés muchos de los males que adjudicas a la izquierda.

    con independencia de esto, está el lugar común de pasar factura por lo que hicieron los comunistas cuando se planteó la eleccion del primer gobierno de perón.

    bha,tambien hicieron cosas peores en china, en la guerra civil española y en miles de lugares más.

    a eso ya lo sé.hasta el punto de que leer u escuchar lo mismo me resulta absolutamente aburrido.

    el toque gracioso del articulo de alejandra con relación a altamira es cuando desde su vision de reformista del trotskismo sin despegar de la raiz kirchnerista ( que ni siquiera es peronista), le aconseja leer a gramci.

    gramci muere en el 37. leiv davidovich bronstein trotsky, en el 40.

    por supuesto, luego de haber vivido un exilio prolongado con posterioridad a ser testigo del asesinato de la vieja guardia bolchevique.

    no tengo presente en estos momentos cuantos libros escribe durante el transcurso de su salida de rusia hasta su asesinato.pero son muchos. entre ellos, la ¨teoria de la revolución permanente¨.este desde el punto de vista del participante directo en los hechos del octubre rojo.

    si varela se lo hubiese dicho al pc, vaya y pase. pero a altamira...es gracioso.una broma. de pies a cabeza

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