domingo, 9 de enero de 2011

El desaparecido y su lugar en el sacrificio


Según George Baitalle, la orgía, el sacrificio y la guerra no se explican por un sentido en sí mismos sino que su sentido se encuentra en la prohibición. Su realización es posible porque son la transgresión de una prohibición.
El trabajo es una manifestación del rechazo del hombre a la naturaleza. La acción racional tiene una eficacia análoga al trabajo.
La violencia de los sujetos es una acción a la que se le confiere eficacia. Se diferencia de la violencia animal que es irracional.
“Cuando se convierten en transgresiones adquieren la entidad de explosiones organizadas, actos cuya eficacia sólo se aprecia más tarde “ “El efecto de la acción que fue la guerra pertenecía al mismo orden que el efecto del trabajo. En el sacrifico se ponía en juego una fuerza a la cual, arbitrariamente, se le atribuían consecuencias”
La transgresión es una violencia calculada, estratégica que busca decir algo más con su acción, provocar transformaciones.
“Esa violencia se había convertido en religiosa pero, en su mismo impulso, adquirió un sentido humano; se integró en el ordenamiento de causas y efectos que, sobre el principio del trabajo, había construido la comunidad de las obras.”
En un primer momento tuvo cierto carácter ritualístico pero sobre esos rituales se construyó un orden social. Es decir que el destino de la transgresión es convertirse en norma.
La violencia humana se integra a un ordenamiento de causas y efectos.
Los sujetos pasamos a estar constituidos en esa violencia y a pensar en esos términos.



Al negar la transgresión del sacrificio fundacional, el cristianismo naturaliza el mal
“La religiosidad primitiva extrajo de las prohibiciones el espíritu de la transgresión. Pero, en su conjunto, la religiosidad cristiana se opuso a la transgresión.”
En la religiosidad primitiva lo prohibido y la transgresión formaban parte de la misma consideración religiosa.
En la Grecia del siglo V a de C, vemos como en la Orestíada, Apolo le da un sustento moral al asesinato que va a cometer Orestes. Antes de matar a su madre el joven necesita de la protección de Apolo para justificar el crimen. Pero Las Furias lo persiguen. Lo que demuestra que los dioses griegos tenían sentimientos encontrados y hacían convivir, dentro de una misma religión, ideas absolutamente opuestas, incluso incompatibles. Su idea de la religiosidad era altamente conflictiva y esto se plasmaba en el modo de vida griego. El cristianismo, por el contrario, sostiene una vida donde el conflicto siempre tiene connotaciones negativas. Su ideología propagandiza la resignación.
En la Grecia clásica convivía la prohibición y la transgresión de esa prohibición. La vida griega se sostenía en una tensión permanente.
“Lo divino es la esencia de la continuidad”. Siguiendo esta afirmación de Bataille ¿cuál es el acceso a la continuidad del cristianismo?. La respuesta: El amor de los unos para con los otros. Bataille la considera demasiado amplia para tomársela en serio.
“El impulso inicial hacia la transgresión fue derivando así, en el cristianismo, hacia la visión de un rebajamiento de la violencia, convertida en su contrario.”
Si el camino hacia lo sagrado es la transgresión, ¿dónde ubica el cristianismo su transgresión? En convertir la violencia en amor pero la violencia es una de las principales transgresiones.
El amor se piensa como una de las formas que crea el ser humano para diferenciarse del animal. La transgresión es el modo de volver a esa animalidad pero con una estrategia que le daría cierta racionalidad a lo instintivo.
. El amor del que habla el cristianismo tiene que ver con la sumisión. Es un amor que niega la violencia. Por lo tanto no puede ser una estrategia para enfrentar una prohibición.
“El amor divino hubo de sumergirse en un mundo de cosas”
“El Dios cristiano es la forma más construida a partir del sentimiento más deletéreo: el de continuidad. La continuidad se da en la superación de los límites. Pero el efecto más contundente del impulso al que doy el nombre de transgresión es el de organizar lo que por esencia es el desorden”
“Esta organización, fundada en el trabajo, se fundamenta en la discontinuidad del ser”
Porque somos discontinuos, es decir, mortales, nos planteamos la posibilidad de transgredir. Tenemos un límite y la transgresión es la posibilidad de tensar ese límite. La paradoja es que gracias a la transgresión llegamos a la continuidad (la inmortalidad)
Al darle tanta centralidad a la continuidad, el cristianismo obstruye el camino del ser discontinuo a la continuidad. Esto está muy vinculado al pecado de Hibris, que es el pecado de la soberbia. La palabra soberbia significa, querer ser dios. En el mito de Adán y Eva queda claro que querer acceder a lo trascendente a partir de una prohibición se convierte en caída. El pecado original es, en realidad, una transgresión que tendría que haber provocado la continuidad del sujeto.
“El mundo organizado del trabajo y el mundo de la discontinuidad son un solo y único mundo”
“Ante la precaria discontinuidad del ser personal, el espíritu humano reacciona de dos maneras que, en el cristianismo, contemporizan:
Encontrar esa continuidad perdida
Abandonar los límites de la discontinuidad personal
“Redijo lo sagrado, lo divino, a la persona discontinua de un dios creador”
Lo sagrado ,el dios creador, se hace hombre (discontinuo) y muere en la cruz, ese sacrificio es el que lo devuelve a la continuidad.
“El momento del arranque, del vuelco, era sustituido, mientras aún perduraba el recuerdo de la crueldad primera, por una búsqueda de acuerdo de conciliación en el amor y en la sumisión”
Se pierde la idea de transgresión, la violencia inicial, para pensar en la reconciliación que sería la negación de esa violencia. Un mecanismo que la iglesia católica reproduce permanentemente.
El desaparecido fue un ser sacrificado. La violencia ejercida sobre él tuvo la bendición de la iglesia católica que defiende la tortura como un modo de castigar el cuerpo de quienes no acatan la sumisión. Pero para el cristianismo el sacrificio no es ya un modo de alcanzar la santidad, entonces niegan la violencia ocultando el cuerpo y silenciando los hechos cometidos. Si el testimonio sobre el martirio tenía lugar era para propagandizar el terror.
La sociedad le cambió el sentido a estas acciones devolviéndole su carácter arcaico. El sacrificio fue un camino hacia la continuidad. La imagen del desaparecido alcanzó un lugar trascendente.

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